NO ME LO PUEDO CREER
















Con esta cara me he quedado esta mañana al leer la nueva "frivolité" del Tribunal Supremo. Alucinado. Por una nimiedad procesal, se anula la condena de un asesino, violador y torturador de dos chicas. Es más, si este hijo de la grandísima no estuviera implicado en otros delitos, por los que tiene que responder, quedaría sin prisión provisional, en la puñetera calle.

Y todo porque esos señores del TS consideran que se debería haber juzgado por un Jurado Popular. En definitiva, por la fórmula menos utilizada y más denostada por sus agrias y serias señorías. Por un método del que los santones de la justicia han abominado desde la promulgación de la Constitución que lo amparaba.

Es que me los estoy imaginando... ¿Os acordáis de esos abueletes de Barrio Sésamo que veían el mundo desde su palco y juzgaban todo desde una perspctiva trasnochada, cínica y obsoleta? Pues así los veo yo: unos señores aupados en lo más alto de la Magistratura y que no perdonan un sólo pelo sobre la sopa del proceso judicial. Ahí están, con el morro torcido y sentando cátedra en cada frase; juzgando permanentemente el comportamiento humano desde una atalaya casi divina. Señores serios y cáusticos que quizás no fueran niños o, si lo fueron, jamás tuvieron amiguitos y consagraron su vida a amargar la de los seres felices.

Y desde esa falta de empatía, dictan sentencia y liberan al criminal. Y amonestan al Tribunal que lo condenó por saltarse las formas aunque fuese en lo accesorio y tangencial. Ya conozco alguna persona así y si no fuera por lo dañina que puede ser, movería a misericordia. Siempre juzgando (a tiempo completo) los errores ajenos, sin pararse a curar sus propias taras tan enormes.

Un asesino en la calle y sin nadie que nos proteja.

UNA SONRISA

¡Zas en toda la boca!



Y UNA CANCIÓN


Noah and The Whale
(Noé y la ballena -aunque el cetáceo bíblico quien se tragó fue a Jonás-) es un grupo londinense que con un par de LPs y cientos de conciertos de pequeño formato vienen pisando fuerte. Se nutren perfectamente del boca a oído y los ingénuos blogueros que se emocionan con una guitarrita y un tambor los incluyen en sus bitácoras. Poco a poco, se va creando una afición a lo directo y lo sencillo, que es lo que se lleva ahora. Sin parafernalias, con ritmo y melodía, allá que te van.



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