LA SUERTE DE SER UN POCO BERZAS




















Hace ya diez años que en Calahorra pudimos disfrutar del concierto más divertido y sorprendente de nuestra historia musical. Se trataba de abrir la tercera edición de URBANIA, un proyecto cultural ambicioso y agotador en el que mucha gente echamos más que el resto. Por unas 300.000 ptas. que nos costó la contratación, los que andábamos en la organización apostamos por un producto diferente. De hecho, el concierto se desarrolló en el Parque del Cidacos, donde nunca antes se había acogido una actividad musical como ésta y hasta unos 7 años después (concierto de People) no se repitió esta experiencia.

Preparar aquel concierto nos costó un esfuerzo físico y mental enorme. Al día siguiente, además, nos esperaba la edición más fuerte de Urbania que jamás se organizó. Temblábamos sólo al pensar en lo que se avecinaba. Ya habían tocado antes tres grupos locales: los pre-adolescentes Vrutush (¡qué buenos!), Valium Ten (una apuesta musical muy atractiva, que evolucionó estupendamente hasta su disolución) y Eldar, (Trash Metal de corto pero intenso recorrido).

Y les tocó actuar a ellos. Prácticamente nadie les conocía, ni a ellos ni a sus canciones. Nosotros sí que seguíamos su trayectoria, sobre todo los que visitábamos el bar de nuestro amigo y socio Miguel Jiménez, toda una institución musical en Calahorra y quien se encargaba de pincharlos cuando se presentaba una oportunidad. Desde que ejecutaron el primer acorde se produjo un fenómeno espectacular: todo el mundo se puso a saltar, cantar y reir... todos al mismo tiempo, como si estuvieran impulsados por un resorte común. El Parque se fue llenando rápidamente de jóvenes, adultos y niños, como si actuaran cuatro flautistas de Hamelín. Y nadie se fue de allí. Y pedían otro bis, y otro, y otro más.



No pude verles de frente. Me tocaba echar una mano moviendo vallas, llevándoles agua, cervezas y una silla, porque cascó el taburete del batería. Hasta que al final de una canción, el batería me dijo "Anda, siéntate en esa caja y descansa" Y ahí estuve, disfrutando de uno de los mejores conciertos de mi vida (y he visto unos cuantos), sentado junto a ellos, como un aprendiz o meritorio. Alucinante.

Tras el enésimo bis, el concierto acabó y la gente se acercó a hablar con ellos. Y charlamos de todo: de música, de Zaragoza, de sueños, de éxitos y fracasos. Y al final llegó esa pregunta: "¿y vivís de esto?" Y nos contestaron: "Nos hemos dado de plazo hasta el final de este verano. Si no damos el salto definitivo, abandonamos". Nos quedamos con la boca abierta. Este grupo había levantado al público de una forma que jamás habíamos podido observar anteriormente. Cualquier artista consagrado mataría por ese "feeling" tan rotundo. Y no digamos nada de su nivel como intérpretes e instrumentistas. Se atrevían con todos los palos del rock, blues, swing y jazz. Y todos los dominaban a la perfección. Además conseguían natural y sencillamente lo más dificil del mundo: hacían reir.

Ahí estaban, a punto de abandonar, dispuestos a tirar la toalla, vencidos por un mercado musical ciego y sordo que preparaba el terreno para la destrucción total: OT.

Pasó el verano... y se separaron. Aún les dio tiempo para participar en algunas televisiones mañas, como protagonistas de hilarantes parodias que anticipaban el espíritu de Muchachada Nui.



Han amagado con volver varias veces. Yo quiero estar allí ese día y me llevaré una caja de plástico y les rogaré que me dejen sentarme al lado del batería Prometo no molestar, como hace diez años.

Ah, puedes entrar aquí y conocer más de ellos. Dicen que ahora son tres y forman parte de Los Gandules (además en esta página hay una bonita sorpresa, si la sabes buscar)

0 comentarios:

Publicar un comentario