SU PREMIO, GRACIAS














En su rueda de prensa en San Sebastián, se le preguntó a Ang Lee algo así como si estaba preparado para la carrera hacia los Oscars de este año. Y él contestó que aún no sabía si tenía muchas ganas de recorrer la distancia de 15 pollos para llegar a las nominaciones. La explicación es sencilla: 15 son las comidas, cenas o recepciones que estaban contratadas por la productora para promocionar «Taking Woodstock» y como lo único que cumplía con todas las correcciones políticas y religiosas era el pollo, ya veía su futuro en forma de alitas y muslos crujientes. En esta respuesta estaba también implícito un mensaje escéptico sobre el mercado de los premios y galardones en el mundo del cine.

Entre los críticos acreditados en los Festivales también existe una Ley de Murphy: aquella película que no se ve (y normalmente es porque tiene pinta de truño y no se hace un esfuerzo inhumano por ir a verla) acaba siendo la galardonada con el Gran Premio. De ahí esa ansiedad por correr de una sala a otra y terminar el día con sólo un café y un pincho de tortilla revenido. Hay que verlo todo, porque Murphy era un maldito cachondo.

Y también está implícita la desconfianza en los criterios del Jurado para conceder los premios. Los Jurados, por definición, no son el público, ni la crítica especializada. De ahí que haya un premio del Jurado, otro de la crítica y otro del público. Perogrullo puro. Y nunca coinciden. Y hay que repartir para que (casi) todo el mundo quede contento . Y en este reparto viene la hecatombe.

El Festival de San Sebastián parece ser que no se ha librado de todo esto, ni de leyes murphianas ni de palmareses curiosos:

  • El Gran Premio (Concha de Oro) para lo que parece ser un gran descubrimiento, para City of Life and Death,de Lu Chuan.
  • Premio especial del Jurado (que estaba presidido por el francés Laurent Cantet) para uno de los grandes pestiños del mundo mundial, la francesa Le refuge, de François Ozone. Obviamente, soy un zoquete subpirenaico que no tiene la sensibilidad por lo chic y lo supreme de ver a dos pijos inyectándose jaco en la yugular.
  • Mejor director, Javier Rebollo, por La mujer sin piano. Me suena que había por ahí pulando un tal Campanella y otro tal Lu Chuan que rodaron dos enormes piezas de artesanía. Me temo que el recorrido de La mujer sin piano por las salas será fané y descangallado.
  • Mejor actriz, Lola Dueñas por Yo, también. No la he visto y no puedo opinar.Su trayectoria profesional es magnífica, pero también andaba por ahí una tal Julianne Moore que, como siempre, lo borda (Chloe)
  • Mejor actor, Pablo Pineda por Yo, también. Parece ser que este chico no ha sido ni será ya actor. Tampoco puedo opinar, pero tiene que ser la repera y contar con algo que se me escapa para levantarle el premio a Robert Duvall o a Ricardo Darín, éste en el papel de su vida.
  • Premio del Público, para Precious, de Lee Daniels. Sin objeción. Cualquiera lleva la contraria a una nota de 9,7. Pero, a ver, que no me entero. Esta pelicula no estaba en la Sección Oficial. ¿Qué vota el público, la Oficial + Zabalegi + Perlas de otros Festivales?
  • Y El Secreto de sus ojos ni un sólo premio, ni una mención...

Ya lo dije la en la anterior entrada: un zoquete en el Festival de San Sebastián. Pero en el siguiente, no me la dan, que ya me estoy estudiando todos los artículos de la Ley de Murphy.


Nota. No está de más darse una vuelta por las crónicas de un crítico consagrado y de otros amigos de los cuales me fío mucho más: mis compañeros en la pensión de Donosti, el gran José Manuel León Meliá y el no menos grande David Garrido Bazán.



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