LAS MUJERES VIOLENTAS (II)













El caso es que salí de la tienda y me puse al acecho porque, amigos míos, ¡me faltaban 50 pesetas! Zaragoza en aquellos años era un pueblo grande y la Calle San Miguel, su Zoco (Zoquete) comercial. Alguien tenía que pasar por allí que yo conociera. Y pasó, vaya que si pasó: mi ídolo de aquellos años. Allí estaba él, con su ritmo cadencioso y esa mirada de depredador nocturno: ni más ni menos que el barman del Vaticano, el Messi(as) de los tiradores de Ambar Especial en vaso de tubo. Anteriormente, yo no había cruzado con él más allá de esas dos paradigmáticas palabras: “Cuatro cañas”, pero en fin, es que me lo puso a huevo. A mi saludo apocado de “Hola”, el me contestó con un “¿qué hay?”. Imaginaos la sorpresa que pudo llevarse al contemplar que estaba frente a uno de los pocos ejemplares humanos que contestan a una pregunta obviamente retórica. Y le conté mi historia de flechazo musical y mis penurias económicas y lo del dinero sagrado en el rincón del cajón de la mesilla. Alguna fibra misteriosa le tuve que tocar. Sin duda no fue por temor a perder un cliente VIP (más de una vez había sido testigo de cómo los cuatro compañeros de piso contábamos monedas sobre su barra para adquirir la última cerveza de la noche). Creo que ha sido el único sablazo que he soltado en mi vida. Fue rápido y certero. Si alguno de vosotros, lectores, habéis sufrido otro, me lo recordáis, que ya sabéis que la memoria es curiosamente selectiva.

Creo que hasta me acompañó al interior de Linacero a comprobar en qué invertía su arriesgado préstamo. Cuando me entregaba el disco, el dependiente me comentó: “la semana que viene actúan en “La Edad de Oro”. “¡No puede ser!”, me dije (en aquel entonces, en nuestro lujoso piso de estudiantes teníamos dos televisiones: una sólo se veía y la otra sólo se oía. La que se veía perdía paulatinamente la imagen cada veinte minutos. Para reponer la imagen usábamos una pelota de Gorila como mando a distancia y esperábamos otros cinco minutos. El gol de Maceda a Alemania lo tuvimos que ver a través de la ventana del vecino, que nos la abrió generosamente). Ver ese concierto iba a ser imposible. Otra vez tenía que convencer a mi hermana para que estuviera atenta con aquel vídeo VHS con mando a distancia con cable.

Finalmente salí de Linacero con mi disco debajo del brazo. Junto a él, una mezcla de sentimientos de orgullo y de zozobra: para conseguir ese álbum debería renunciar a dos o más libros de lectura obligatoria; o los almuerzos de todo el mes. ¡Bah, chorradas! Ya era el dueño de ese disco de Violent Femmes que iba a escuchar hasta dejarlo sin surcos.

Os preguntaréis si devolví las 50 pesetas al camarero del Vaticano. Supongo que sí, porque seguí acudiendo religiosamente todos los fines de semana de los tres años posteriores. De todas maneras, si no fue así, quedaron ampliamente amortizadas. Con un gran esfuerzo e interés, llegué a convertirme en cliente VIP.

Otra curiosidad: solamente he subido a un escenario 4 ó 5 veces en mi vida. La primera fue tocando el bajo con un grupo que llamamos Kaosenlaos. Fue a las puertas del Ayuntamiento, una noche de Julio de 1997, como colofón a la primera edición de URBANIA. La segunda canción que tocamos fue Blister in the sun.

7 comentarios:

LEOmuñoz dijo...

¡Quiero más historias del abuelo cebolleta!, porfa.

Charlyté dijo...

Ya llegarán, ya. Estoy en esa fase vital en que empiezo a recordar más este tipo de historias que dónde dejé las llaves. ¡Qué yuyu!

Chisco dijo...

Cebolleta!!! Muy bueno el relato y muy bueno el grupo!!! Yo también quieromás!!!^
Por cierto, yo estaba esa noche de Julio del 97 y Blister in the Sun me quedó marcada. No la había oido nunca hasta aquel día, y creo que nunca más la había vuelto a oir hasta hoy.... y ostia!!!!!!!!!! que sensación mas..... indescriptible!!!!! y que canción más buena!!!!

Charlyté dijo...

Así me gusta la música: tres tíos a saco, guitarra, bajo y batería, sin distorsiones ni leches. Ritmo, melodía y una buena historia. Todo lo demás sobra.

Si tienes tiempo, busca en Youtube el clip de Blister in the Sun, que formaba parte de la BSO de una peli de John Cusack, titulada Grosse Point Blank. Te va a gustar.

¿Así que estabas aquella noche del 97? Nos colocaron en una plataforma mirando hacia lo que ahora es la óptica. El público estábais o debajo del escenario o al otro lado, en la acera. ¿Y en medio los coches pasando? No sé, tuvimos un final de Urbania un poco surrealista.

Chisco dijo...

De lo de los coches no me acuerdo, pero del concierto si. Érais Rafa, los 2 Migueles, Raquel y tú puede ser???
Ya vés Urbania.... que recuerdos. La verdad que aquel año fue un exitazo!!! Esta semana santa estaré unos días por Calahorra, a ver si nos vemos. Igual llevo la guitarra jeje

macoclas dijo...

estas empezando a ser DINOSAURIO ja,ja,ja
nos vemos

Charlyte dijo...

Hala, Dinosaurio

Al menos, a mis músicos los presentaba Paloma Chamorro. A los tuyos, José Luis Uribarri, Jua jua

Un abracete, macoqui

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