ANGELITOS

Ya sabéis aquello de que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad. Y los ancianos, añadiría yo, que cuanto más cerca le ven el rostro a la parca, más políticamente incorrectos son.


NI pipiolos, ni curdas ni abueletes van a tener nada que perder por decir la verdad: Ni por miedo por el trabajo, ni por respeto hacia una amistad y, mira majo, llegados a este punto, que deje de hablarte tu vecino puede ser una bendición. De tal manera que así van por la vida, soltando cuatro frescas cuando menos te lo esperas. Te devuelven la imagen que no has querido ver en el espejo, te enseñan la basurilla que has podido barrer debajo de la alfombra y te demuestran que muchas veces no pasa nada por usar la libertad de decir lo que uno piensa.


De los tres casos, al que más hay que temer es al niño. Su lógica es pura, certera y no tiene piedad. No establece un prejuicio, sino que llega a una conclusión inmediata con los datos que él elija. Y como altavoz, tampoco tiene precio. De ahí esa expresión de "no hablar por haber ropa tendida".


Así que, vamos a ver, entre todos los programadores de televisión que hay por ahí, ¿no juntarán un cerebro que piense que esta joya tiene que volver?



Si es que no hay más que dejarles una cámara y ya se encargarán ellos de

hacerte el programa



OH, LA LA


El paseo que dimos hace un par de días por el sur de Francia me recordó

que no había incluido nunca una recomendación de música de aquellos

lares. Allí recobré un poco de afición por la música de Carla Bruni, sobre

todo al confirmar los rumores de que había triunfado en su objetivo de

colocar sendos cuernos en la silla presidencial francesa. Pero bueno, como

ella se las pinta solita para conseguir publicidad y promoción para sus

discos, voy a presentaros otra chica igualmente guapa y que se lo gana

con otras armas. Además, tiene unos ascendientes expresamente españoles.

Se llama Olivia Ruiz. Os la traigo en el formato de los Conciertos de Radio 3.

Si tenéis tiempo, escuchad todo el concierto, buscad sus clips y haceros con

sus discos.


Bon appetit.




LAS MUJERES VIOLENTAS (II)













El caso es que salí de la tienda y me puse al acecho porque, amigos míos, ¡me faltaban 50 pesetas! Zaragoza en aquellos años era un pueblo grande y la Calle San Miguel, su Zoco (Zoquete) comercial. Alguien tenía que pasar por allí que yo conociera. Y pasó, vaya que si pasó: mi ídolo de aquellos años. Allí estaba él, con su ritmo cadencioso y esa mirada de depredador nocturno: ni más ni menos que el barman del Vaticano, el Messi(as) de los tiradores de Ambar Especial en vaso de tubo. Anteriormente, yo no había cruzado con él más allá de esas dos paradigmáticas palabras: “Cuatro cañas”, pero en fin, es que me lo puso a huevo. A mi saludo apocado de “Hola”, el me contestó con un “¿qué hay?”. Imaginaos la sorpresa que pudo llevarse al contemplar que estaba frente a uno de los pocos ejemplares humanos que contestan a una pregunta obviamente retórica. Y le conté mi historia de flechazo musical y mis penurias económicas y lo del dinero sagrado en el rincón del cajón de la mesilla. Alguna fibra misteriosa le tuve que tocar. Sin duda no fue por temor a perder un cliente VIP (más de una vez había sido testigo de cómo los cuatro compañeros de piso contábamos monedas sobre su barra para adquirir la última cerveza de la noche). Creo que ha sido el único sablazo que he soltado en mi vida. Fue rápido y certero. Si alguno de vosotros, lectores, habéis sufrido otro, me lo recordáis, que ya sabéis que la memoria es curiosamente selectiva.

Creo que hasta me acompañó al interior de Linacero a comprobar en qué invertía su arriesgado préstamo. Cuando me entregaba el disco, el dependiente me comentó: “la semana que viene actúan en “La Edad de Oro”. “¡No puede ser!”, me dije (en aquel entonces, en nuestro lujoso piso de estudiantes teníamos dos televisiones: una sólo se veía y la otra sólo se oía. La que se veía perdía paulatinamente la imagen cada veinte minutos. Para reponer la imagen usábamos una pelota de Gorila como mando a distancia y esperábamos otros cinco minutos. El gol de Maceda a Alemania lo tuvimos que ver a través de la ventana del vecino, que nos la abrió generosamente). Ver ese concierto iba a ser imposible. Otra vez tenía que convencer a mi hermana para que estuviera atenta con aquel vídeo VHS con mando a distancia con cable.

Finalmente salí de Linacero con mi disco debajo del brazo. Junto a él, una mezcla de sentimientos de orgullo y de zozobra: para conseguir ese álbum debería renunciar a dos o más libros de lectura obligatoria; o los almuerzos de todo el mes. ¡Bah, chorradas! Ya era el dueño de ese disco de Violent Femmes que iba a escuchar hasta dejarlo sin surcos.

Os preguntaréis si devolví las 50 pesetas al camarero del Vaticano. Supongo que sí, porque seguí acudiendo religiosamente todos los fines de semana de los tres años posteriores. De todas maneras, si no fue así, quedaron ampliamente amortizadas. Con un gran esfuerzo e interés, llegué a convertirme en cliente VIP.

Otra curiosidad: solamente he subido a un escenario 4 ó 5 veces en mi vida. La primera fue tocando el bajo con un grupo que llamamos Kaosenlaos. Fue a las puertas del Ayuntamiento, una noche de Julio de 1997, como colofón a la primera edición de URBANIA. La segunda canción que tocamos fue Blister in the sun.

LAS MUJERES VIOLENTAS (I)























En el pleistoceno, cuando estaba matriculado en la Universidad (nótese la ironía), una de esas extraescolares que complementaban mi formación integral era la famosa tienda Discos Linacero. Toda una institución en Zaragoza, merecedora de un documental que le haga justicia. Allí acudíamos (con una cantidad de dinero disponible inversamente proporcional a la ilusión por escuchar buena música) varios jetas desocupados. Aprovechábamos hasta el tuétano la posibilidad, en aquel tiempo completamente original, de escuchar todas las novedades que el dependiente nos ofrecía en plan Dj-Gurú. Y digo “dependiente”, porque dependía de quien estuviera aquel día, porque ya teníamos calado cual era el que nos iba a dejar estar más de un cuarto de hora fisgoneando, sin dejar un duro y cual nos iba a enviar a chiflar a la vía.

Allí coincidíamos estudiantes desharrapados, los ni-nis de la época (que no son un invento actual) y el susumcorda intelectualoide y musical. En ese documental que reivindico estarían presentes Bunbury y Juan Valdivia (Héroes del Silencio), el desaparecido Mauricio Aznar (Más Birras), El profesor Gabriel Sopeña, Santi Rex (Los Niños del Brasil), Pedro Valdivia (Zumo de Vidrio) o Los Especialistas. A todos ellos los vi allí buceando entre vinilos. Quizás ya zascandilearan por allí Juan y Eva Amaral. En aquellos momentos, para mí, sólo eran modernillos de pelos cardados o tupés imposibles. Los miraba con una mezcla de curiosidad, envidia y, sobre todo, desconocimiento de quién era exactamente quién. En ningún momento pensé que iban a ser protagonistas de la historia musical contemporánea. ¡Qué pena que esta historia se haya escrito casi únicamente desde Madrid y su caníbal movida! ¡Cuánto le queda por reivindicar a la cultura zaragozana!

A veces cometo el error de volver a escuchar discos de mi juventud. Intento evitarlo porque me invade esa nostalgia por la juventud perdida y me abruma la constancia de que, aunque no siempre tiempos pasados fueron mejores, lo que sí está claro es que son pasados irremisiblemente. Este disco lo compré en Linacero en 1984 y fue de los pocos por los que me rasqué el bolsillo en aquellas fechas. Iba tan justo de dinero que dejaba en el último rincón de mi mesilla el importe exacto del billete de vuelta a Calahorra y antes dejaba de comer que tocarlo. El dependiente simpático de aquella tarde nos ofreció (a alguno de los arriba señalados, sin duda, y a mí) varios de los cortes de un disco en cuya portada salía una niña que miraba, curiosa, lo que acontecía en el interior de una casa. Y me quedé tieso: un rock directo de guitarra, bajo y una percusión que apenas consistía en unos redobles de caja. Canciones directas, simples, sin distorsiones ni efectos pirotécnicos (despertábamos del rock Sinfónico y ya nos acosaban Simple Minds, The Cure y Joy Division, no lo olvidéis). Con una voz que incluso podría pasar por desagradable pero llena de matices y muy personal, la de Gordon Gano.

Esa tarde se pincharon muchos más vinilos pero no recuerdo ninguno. Aún tengo el regusto de esa sensación de urgencia por hacerme con ese disco, como fuese. Tengamos en cuenta que, en aquellos años, nuestra colección musical consistía prácticamente en una caja de zapatos llena de cintas amarillas que se grababan pegando el micrófono de un radiocassete con el altavoz de otro. El EMule de los ´80. Si entraba algún disco en nuestras casas era el que elegía el hermano mayor que trabajaba, y según su único y dictatorial criterio.

(continúa)

FELICIDADES


















Allá donde estés


.


8 de Marzo


Día Internacional de la Mujer Trabajadora



















Aunque, en realidad, Mujer y Trabajadora es una redundancia. Un abrazo a todas y perdón por las molestias.


EL EFECTO STREISAND























(Definición de Wikipedia) El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa o es incluso contraproducente para el censor, ya que ésta acaba siendo ampliamente divulgada, recibiendo mayor publicidad de la que habría tenido si no se la hubiese pretendido acallar. Normalmente, estos intentos de censura se dirigen hacia fotos, archivos o páginas web, especialmente mediante cartas que amenazan con emprender acciones legales por parte del censor. Lejos de ser eliminada, dicha información recibe gran publicidad, y acaba siendo rápidamente distribuida a través de blogs, sitios de noticias o sistemas P2P. Este efecto ocurre, según el experto en internet John Gilmore, porque la Red interpreta la censura como un daño o ataque hacia ella.

El término debe su nombre a un incidente ocurrido en 2003 con la cantante estadounidense Barbra Streisand, que denunció al fotógrafo Kenneth Adelman y la página de fotografías pictopia.com por 50 000 000 de dólares, exigiendo que se retirase una foto aérea de su casa de una publicidad que contenía imágenes de la costa de California, alegando su derecho a la privacidad. Adelman argumentó que se dedicaba a fotografiar las propiedades en primera línea de playa para documentar la erosión de la costa de California. El periódico San Jose Mercury News advirtió poco después que aquella imagen se había hecho popular en Internet. Con su intento de censura, Barbra Streisand consiguió que una información en un primer momento intrascendente acabase obteniendo una gran repercusión mediática.

Acceso a la noticia y a la galería de imágenes censuradas


Enlace al catálogo completo.

MOMENTOS




¡La cena...!




















Sí, quiero (y dile al Richald que deje de apuntarme)














- Así las tiene Carla, que yo se las he visto
- Bueno... más o menos

















En la fila para pillar entradas para José Tomás
























LA CONJUNCIÓN PLANETARIA



¡Qué sabrá Leire Pajín de alineamientos de planetas! La coincidencia entre Obama y Zapatero no va más allá de la cita de dos "amigüitos" para jugar al "guá".

La verdadera conjunción planetaria se produjo en el 2002, cuando Dave Grohl, ex-batería de Nirvana y líder de Foo Fighters se juntó con Queens of the Stone Age (QOTSA) para grabar el gran disco Songs for the Deafs y realizar la gira de 2002 como batería de QUOTSA. Y ya la repanocha fue que Mark Lanegan( ex-Screaming Trees), se puso al micrófono. El no va más.

EDITO: Han dado de baja los vídeos del último concierto de la gira de Grohl, Queens y Lanegan. Los cambio por éste del Festival de Glastonbury, que tampoco está mal



PARECIDOS RAZONABLES