Cada cual imagina su particular paraíso. Me duele no creer en el eterno, en ese que hay que ganarse siendo bueno o perdonando o arrepintiéndote. Pero sí creo en el paraíso interior, en ese que crece y mejora, día a día, durante toda nuestra vida. Y en ese paraíso estás tú, ofreciéndome una pequeña luz, modesta, humilde como tú fuiste, pero fuerte y acogedora. Te recuerdo, te echo de menos y te necesito. Aún. Siempre.
Felicidades
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